Sam, el insumergible: un gato marinero en la II Guerra Mundial

Sam, el insumergible: un gato marinero en la II Guerra Mundial
HISTORIAS DE MASCOTAS INCREÍBLES

Con más aventuras que un antiguo héroe griego y más buena fortuna que muchos soldados, Sam, fue un gato marinero que protagonizó importantes batallas durante la II Guerra Mundial y sobrevivió a todas ellas.

Adoptado inicialmente por los marinos del régimen alemán, Sam –que entonces se llamaba Oskar- era un gatito del III Reich, el mimado de algún soldado que lo embarcó consigo en la década de 1940.

Este animalito formaba parte, nada menos, que de la Kriegsmarine, la prestigiosa armada alemana. En mayo de aquel año, el impresionante acorazado alemán “Bismarck” lo llevaba, al entonces apodado Oskar, como parte de la tripulación. 

El Bismarck era una máquina imponente, creada en Hamburgo en la entreguerras. Tenía casi 242 metros de eslora, es decir, de largo y podía transportar a más de 2200 hombres. Nunca Alemania había tenido un barco semejante y se lo consideró, incluso, el barco de mayor porte que cualquier armada europea haya poseído jamás. En aquel navío andaba deambulando Oskar, un gatito no muy grande, blanco y negro y muy ágil, según decían.

El acorazado tuvo una misión para la primavera de 1941, la Operación Rheinübung de Escandinavia, capitaneada por Ernst Lindemann. El objetivo era atacar sin piedad a la flota británica y abrirse paso al Atlántico. Hubo tremendos enfrentamientos en el Estrecho de Dinamarca e Inglaterra perdió un par de importantes buques de guerra. Se inició así la cacería del Bismarck por parte de la Royal Navy Británica. Días después el acorazado alemán fue alcanzado en las costas de Francia por aviones torpederos llegados a la zona de combate sobre el imponente portaaviones HMS Ark Royal, que será también de importancia en esta historia.

El indestructible Bismarck resultó, sin embargo, hundido el 27 de mayo de 1941. La cantidad de pérdidas humanas fue tremenda, una masacre de casi 2000 soldados alemanes. Horas más tarde un destructor británico llamado HMS Cossack inspeccionó los daños y tomó como prisioneros a los pocos supervivientes. Entre ellos, flotando en un tablero de comando había un gato blanco y negro, con una medallita al cuello que decía: Oskar.

Así fue como el gatito cambió de bando y se fue con los aliados que lo adoptaron cariñosamente y le dieron un nuevo nombre: Sam.

Ahora Sam pasaba sus días en un destructor británico de la Royal Navy, el Cossack. Esta embarcación construida en Newcastle ya había sido botada en 1930 (o sea puesta en circulación, lanzada a navegar). Capitaneada por Edward Lyon Berthon había cumplido con importantes misiones, incluida la cacería del Bismarck. Estando como escolta de la marina británica en Gibraltar, la noche del 23 de octubre de 1941 este destructor fue alcanzado por fuego alemán. El torpedero U-563 lo partió al medio dejando más de 150 muertos. La armada británica se lanzó al rescate de supervivientes rápidamente y chamuscado pero ileso vio flotando sobre una tabla a Sam. No cabían dudas de que era él y que ésta era su segunda vez como superviviente de un ataque feroz. Ahora Sam era una leyenda viviente y fue rebautizado como correspondía: Sam, el insumergible (The Unsinkable Sam).

Lo llevaron a tierra, a la casa del gobernador inglés en Gibraltar, John Vereker Gort y fue saludado hasta por el mismísimo Primer Ministro británico, Winston Churchill. 

Como si no faltaran emociones en la vida del Insumergible Sam, fue rápidamente adoptado por la tripulación de un colosal portaaviones, el HMS Ark Royal, justamente el navío protagonista en el hundimiento de la primera morada de Sam, el acorazado Bismarck. 

El Ark Royal había sido construido en Birkenhead en 1938 y era un descomunal y moderno portaaviones que los alemanes tuvieron siempre como objetivo. Era un barco de prestigio, apodado “el barco de la suerte” y ahora cobraba mayor protagonismo porque tenía a Sam entre sus marineros.

Sin embargo, una tarde de noviembre de 1941, el Ark Royal es alcanzado por un torpedo del submarino alemán U-81 mientras regresaba a España desde la isla de Malta. Pese a los intentos por remolcarlo, el portaaviones británico se hundió. La tripulación, salvo un marino, sobrevivió y fue rescatada por un destructor de la Royal Navy, el HMS Legion G-74. En las tareas de rescate, flotando sobre un motor, estaba Sam, muy enojado -decían- pero sin heridas. Nadie podía creerlo.

Afortunadamente jamás se consideró a Oskar/Sam como un gatito de mala suerte sino que, por el contrario, fue tratado como un héroe, un sobreviviente en medio de tanta muerte y batallas, un verdadero aventurero y un inteligentísimo animal.

Sam, el insumergible,  fue retirado con honores y embarcado a Gran Bretaña donde fue acogido como huésped ilustre en la Casa de los marinos jubilados de Belfast. Allí pasó el resto de su vida, mimado, querido, cuidado. Murió de viejito en 1955, en Irlanda.

Actualmente, el Museo Marítimo Naval del Reino Unido posee un retrato de Sam en uno de sus lujosos salones, una acuarela pastel del gatito que fue uno de los tantos y maravillosos animales que aquella Guerra devastadora tuvo como protagonistas.

Guinefort

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Buenos Aires, Argentina